Un Bigfoot en Argentina?...Y es solo el comienzo....

por Camilo Valdivieso

La existencia de un ser totalmente desconocido, que ha generado las más diversas teorías, desde el eslabón perdido, hasta la intervención genética en tiempos antiguos de la humanidad. Pero al parecer no estamos hablando de un mito, si no de una realidad que puede remover las bases de la zoología moderna. Desde el bogfoot, al Yeti, desde el Mapinguary al Simiot, distintos nombres para un solo ser, que habitaría en todo el mundo.
Este animal - diferente - se caracteriza por poseer ciertas características humanas, mezcladas con códigos simiescos, lo que daría paso a una criatura altamente salvaje, y que habitaría distintos lugares de la Tierra, escondiéndose de la mano destructora del hombre. Relatos hay muchos, pero pruebas, muy pocas. Generalmente tienen un aspecto simiesco, alturas intermedias, caminan erguidos, y habitan zonas despobladas.

Hace unas semanas el fotógrafo norteamericano Karl Amman logró filmar por primera vez un breve vídeo de un misterioso animal que vive en la jungla del Congo, llamado "come leones". Esto ha dado pie a resaltar constantemente los distintos avistamientos de extraños animales que no corresponden a alguna especie conocida.
Puede ser tomado como un gigantesco chimpancé, pero a diferencia de éste no pasa mucho tiempo sobre los árboles. Prepara su nido en tierra, como los gorilas, y suele emitir una especie de ulular cuando la luna está llena. Diversos testimonios recogidos por el fotógrafo, que desde hace años lucha por la conservación de las zonas centroafricanas habitadas por primates, afirman que el animal deambula sobre las patas posteriores, casi como el hombre y que tiene la altura de un ser humano.

Un laboratorio del zoológico de Omaha, en Nebraska, Estados Unidos, al cual Amman les entregó sus antecedentes, está encontrando sorprendentes resultados en el material genético hallado en los nidos del animal. El examen de los pelos revela un ADN muy semejante al de los chimpancés, pero todavía falta por conocer los análisis del núcleo de las células.
También hace algunos días Yoshiteru Takahashi, empleado de una constructora de 60 años, quien es aficionado al alpinismo, inició su segunda búsqueda del yeti. Dijo que encontró huellas humanoides hechas por un "animal grande" en una cueva a 4,600 metros de altura en el pico de Dhaulagiri, durante una expedición realizada en 1994.
"Quiero encontrar lo que dejó esas huellas. Definitivamente no pertenecen a un oso", dijo Takahashi.
De esta manera pareciera que estamos cerca de desentrañar uno de los grandes mitos relacionados con la existencia de una raza de hombres monos, los que podrían llegar a responder si en el pasado nuestra genética fue modificada o alterada por alguna civilización altamente desarrollada.

Pero la última información extraída del diario salteño El Tribuno, narra una insólita experiencia vivida por dos atletas.

Dos biatlonistas que entrenaban el sábado pasado por los senderos boscosos del cerro Termal y un gaucho que transitaba a caballo por la zona, unos seis kilómetros al Este de Rosario de la Frontera, aseguraron haberse topado, ese día pero en distintos horarios, con la extraña bestia peluda bípeda, de aspecto antropomorfo que ha sido motivo de más de una veintena de denuncias, desde que en 2001 el finquero Rogelio Martínez, realizó un tan pormenorizado como fantástico relato a la policía.
De acuerdo se ha establecido, el gaucho de marras, de apellido Posadas, encargado de una finca de propiedad del agroempresario Oscar Férez, transitaba en horas de la mañana por el sector -un monte alto y tupido- cuando se halló a bocajarro con un extraño ser de más de dos metros de estatura, cubierto de pelos de pies a cabeza, brazos largos terminados en afiladas garras, cabeza ovalada y una enorme boca provista de amenazadores incisivos.

Posadas no quiso hacer declaraciones a El Tribuno, pero terceras personas a las que les habría referido su experiencia, dijeron que el hombre, impresionado por la visión, se apeó inmediatamente, buscó una escopeta que portaba en la parte posterior de su montura, pero que al levantar la vista nuevamente, el homínido había desaparecido.

Un testimonio

Sin embargo, el biatlonista Humberto Sosa, un atleta de 52 años que ha ganado más de 100 trofeos en competencias nacionales, regionales y provinciales de la especialidad, no tuvo reparos en dar a conocer su extraordinaria experiencia.

"Nos encontrábamos entrenando con Susana Romano (32, semifondista). A eso de las 17, cuando llegamos a una curva -señaló- sentimos un crujir de ramas proveniente del monte. Nos detuvimos para ver de qué se trataba. Y en medio del follaje, lo vimos brevemente: era un gran animal, como una especie de mono, que se movía ágilmente".

"Con Susana nos miramos como tratando de confirmarnos uno al otro si lo que habíamos observado era real o producto de nuestra imaginación. Nos quedamos quietos con los ojos clavados en el lugar por donde fugazmente lo habíamos visto saltar y perderse en la espesura. Tratamos de escuchar, pero todo quedó en silencio. De pronto, los pájaros volaron de golpe, como escapando de algo. Y nuevamente, con la misma fugacidad que la vez anterior, saltó.

Era como un mono gigante. Nos dio miedo y decidimos correr lo más rápido posible hacia la zona descampada. Sin embargo, esta "cosa" parecía seguirnos, corriendo en forma paralela, a unos 10 metros ladera abajo, por el medio del monte, cuestión que es imposible que lo haga un ser humano por lo entramado de la flora. No hacía mucho ruido, puesto que parecía ir saltando por sobre los obstáculos. Entre hojas y ramas, veíamos su gran silueta y de vez en cuando sentíamos como se quebraban violentamente algunas maderas, lo que nos hizo suponer de que se trataba de algo de gran peso".

Sosa, de profesión electricista, es un hombre muy querido y respetado en esta ciudad, en virtud de su trayectoria, tanto como persona, vecino y deportista.

"Yo había escuchado y leído los relatos de la gente en torno a esta bestia. Me reía y, lo confieso, no creía nada de lo que se decía. Es más, atribuían todas aquellas historias a una especie de histeria o psicosis colectivas. Sin embargo, ahora no me caben dudas: la gente decía la verdad porque el terror lo viví en carne propia".

El miedo

Delgado, de aspecto serio y sin sonrisas, el biatlonista continuó con su narración: "Era evidente que este "bicho" nos estaba siguiendo y por ello, temí que nos atacara. Sentí miedo por mi compañera y le sugerí que corriera lo más rápido que pudiera. E íntimamente me dije a mi mismo que si las cosas llegaban a un punto límite, iba a dar mi vida por ella. Corrimos, corrimos y corrimos, siempre sintiendo que el animal lo hacía al costado nuestro, entre la espesura. En un sector, donde la vegetación ya no es tan tupida y las posibilidades de observar son mayores, nos detuvimos a observar a nuestro alrededor. Pero los ruidos cesaron y la sombra saltarina que nos había seguido, se esfumó. A lo lejos, observamos como, igual que pocos minutos antes, los pájaros volaban en bandadas, como si algo los hubiese espantado", señaló.

Sosa dijo que habitualmente entrena en el cerro Termal en compañía de un grupo numeroso de deportistas. "Esta vez, como nunca, sólo éramos dos. Y nos tocó vivir una experiencia traumática. En mis 30 años de recorrer estos senderos, nunca había visto algo así".

Luego de esta situación muchos más se atreverán a narrar sus experiencias, las que sin duda serán en demasia, puesto que las zonas inexploradas de Argentina y Chile, resguardan algo que no nos imaginamos aún...